Escenarios frente al Plagio Electrónico

Si la montaña no viene a nosotros, tendremos que ir nosotros a ella. A luchar como creyentes en tierra de infieles; a negociar otras condiciones; o a rendirnos con honor y dignidad. El problema es tan grande, masivo y universal que amenaza con cubrir y tragar todas las salidas, al grado que el problema puede volverse, ya en la desesperación, convirtiendo la falta en virtud, en la solución misma.

1. Escenario conservador: Endurecer más las reglas y redoblar la carga para los jueces. Este escenario consistiría en aplicar, a todos los plagiarios que entreguen ensayos e investigaciones, marcos teóricos, historia y antecedentes en sus protocolos, el programa electrónico para detectar plagios. Significa recapacitar a todo el plantel docente y anunciarle a los plagiadores las nuevas reglas donde el plagio se sancionará severamente. También los propios docentes se someterán a tales reglas, pues, al ofrecer sus ensayos y sus tesis de postgrados, aceptarán ser sometidos a los programas detectores. El esfuerzo deberá consistir en usar pruebas aleatorias y representativas de todos los trabajos bajo su cargo y someterlos al detector. La recapacitación debe cubrir también asignaturas de refrescamientos clásicos que van desde Aristóteles con la mímesis hasta Kant con el concepto de representación, pasando por el punto de inflexión que anuncia Walter Benjamín, y que será el punto de partida de la hermenéutica gadameriana, la diseminación derridiana y todas las variedades post y decoloniales en sus ars combinatoria.

2. Escenario negociador: Flexibilizar las reglas a partir de examinar lo que no es repetición y reconocer lo creado a base de mezclas como digno de ser valorado. Es un escenario casuístico, despejable a partir de desconocer todo lo copiado y pegado y dictaminar los valores agregados, aún aquellos al amparo de paráfrasis.

3. Escenario abierto: En el fondo se trata del poder del número, del lugar de las verdades y de los originales en ese terreno. Hemos llegado a un punto, héroes y villanos, que debemos preguntarnos si los docentes no son minorías autoritarias frente a masas sin conciencia, al parecer, de la comisión de sus faltas. De eso se trata a lo que deseamos abrirnos. Renunciar a valorar regímenes citacionales y crear regímenes éticos por donde pasen las nuevas normas. ¿Cuáles? Lo dejamos abierto, como conjunto vacío, a la espera de ser el generador de nuevas mezclas.

Sea lo que sea, lo cierto es que no pueden retrasarse las soluciones. La indolencia y permisividad, sólo acelerarán escenarios más radicales que amenazan con una revolución que hará saltar por los aires, todo el régimen académico como hasta hoy lo conocemos.

Cualquier solución que resolvamos tomar, debemos hacerla pasar antes por sincerar algo que ha sufrido la banalización de un mal que, de excepción ha pasado a ser regla y, en consecuencia, exige cambios no sólo de juegos de lenguajes, sino de gramáticas, para un problema que pareciera una broma de meme estudiantil:

“Cuando le robas la idea a una persona, es plagio; pero, cuando es a muchas, es investigación”.

José Castillo

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